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La entrada pasada se abarcaron temas interesantes, al menos nos dan una pauta para seguir discutiendo sobre las distintas situaciones que se presentan al tocar un tema como los derechos de autor y la aplicación de las leyes para la protección de los mismos. Curiosamente se estableció que muchas de estas medidas terminan beneficiando solamente a los sellos discográficos bajo la consigna de que ayudan a los artistas. No es la mejor introducción al tema y no pretendo que lo sea, espero más adelante lograr profundizar más en cada una de las situaciones y comportamientos característicos de cada uno de los involucrados, todos los que estamos inmersos en la industria musical, y la falta de una regulación donde se evalúen los beneficios del artista y su sello en base a la satisfacción del cliente (todos los que escuchamos su propuesta).

Continuaremos el tema en otra oportunidad, no sin antes recordar la necesidad de informarse sobre los distintos cambios a las normativas internas de los servicios de alojamiento de música y de streaming. Cualquier cambio importante en la forma de brindar el servicio es un claro indicador de un cambio a nivel de acuerdo con los sellos discográficos, especialmente aquellos con un gran poder de negociación.

Cambiando de tema, recuerdo que en más de algún comentario en el formato anterior de AMS había mencionado el caldo de cultivo que es Australia (también Nueva Zelanda, pero de ahí les quedamos debiendo) para propuestas muy interesantes, con un estilo único. Recuerdo una entrevista a Kimbra con motivo del lanzamiento de su primer álbum, y argumentaba que la escena de Oceanía (específicamente Australia y Nueva Zelanda) tiene la característica de estar alejada de toda influencia musical que puedan ofrecer escenas como la estadounidense o la europea y, que a falta de un intercambio más dinámico, ha creado su propio estilo y ambiente de apoyo donde intervienen sellos, artistas y medios, bueno, algo de eso dijo...

En esta entrada encontramos una propuesta que ejemplifica muy bien la descripción de Kimbra.

Koi Child

Artista: Koi Child
Otros alias: Kashikoi + Childs Play 

Clasificación: Álbum

País: Australia

Fecha de lanzamiento: 160318

Sello: Pilerats Records / Warner Music

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Primera escucha: El estilo y seguridad en su propuesta que exuda Koi Child en las pistas adelantadas al lanzamiento de su debut hacía difícil ignorar la expectativa acumulada, esta vez no por la cantidad de adelantos sino por el tiempo de separación entre estos. Hablamos de que la primera pista de este combinado fue divulgada en noviembre de 2014.

Dentro de lo comentado al lanzar el primer sencillo estaba la colaboración de Kevin Parker (Tame Impala) en la producción, después los mismos Koi Child publicarían que en camino estaban más pistas producidas por Parker. Contar con alguien como el 'frontman' de Tame Impala, luego del éxito de sus últimos dos álbumes, es un imán para todo aquel seguidor de la banda y una ventaja que muchos debutantes desearían.

No quiero ver problemas donde no hay, más de lo común, pero a veces las ventajas como la que les comenté se invierten y terminan perjudicando más de lo que ayudan. Cuando la objetividad de algunos medios musicales es olvidada, convierten una oportuna y bien intencionada colaboración en una simple nota para saber más sobre el paradero de la estrella. O se despreocupan de realizar un análisis y justifican la calidad de la producción por el mérito de tener un gran colaborador o mentor, o lo contrario, se enfrascan en analizar la producción en base al trabajo del mismo.

Entrando en materia; Poco es conocido sobre los antecedentes de Koi Child, por ejemplo que surge de la unión de dos grupos; Kashikoi, que le da el toque decidido de jazz instrumental, y Child's Play, a quienes le debemos uno de los EP más remarcables del año pasado (Absent Minded) y la destreza lírica del rap, también instrumental.
El álbum entra por lo instrumental, de carácter despreocupado pero ordenado y creciente, una introducción limpia de no ser porque se alarga demasiado con la segunda pista. No hay nada malo en ' Wumpa Fruit ', título de la segunda pista, pero está mal ubicada, justo saliendo de una pista muy similar. Quizá el objetivo es entrar con el arsenal de rimas en el momento menos esperado, pero este lujo les sale caro al entrar en una expansión y pérdida de momento, afortunadamente tienen una reintroducción con la genial ' Touch 'Em '.

A partir del algo accidentado inicio, el álbum comienza a tomar forma. Por momentos psicodélico, no es mi parte favorita, pero hay que reconocer el mérito de lograr ejecutar el momento y no perder la esencia del sonido instrumental presente en todo el álbum. Otro punto a favor son los temas tratados en las pistas, muy acordes a la música, Cruz Patterson tiene la versatilidad de rapear y de cantar cuando es necesario. Los intros son apreciables al compensar el casi nulo desarrollo instrumental con demostraciones de la capacidad de Patterson en el micrófono, o bien con algunos eructos y un poco de abstracción. 

No puedo concluir sin aplaudir la habilidad instrumental presente en todo el álbum. Desde el teclado de Tom Kenny responsable de algunos de los momentos más introspectivos y tranquilos dentro de todo el derroche de energía, la percusión ejecutada por Blake Hart que ayuda a introducirse a Patterson a la pista y lo ayuda a adaptarse a las dinámicas de la pista, los viento metales con Christian Ruggiero, Jamie Canny (saxofonistas) y Sam Newman (tronbón), pacientes lo suficiente para saber cuándo demostrar su poderío, y por último (y no menos importante, por favor) Yann Vissac con su base funk pegajosa en el bajo ayudando al teclado. 

En lo personal Koi Child depende de mi estado de humor, en ciertas escuchas pienso que todo trabaja y en otras pienso que nada tiene concordancia más allá del estilo. Curiosamente es cuando estoy más tranquilo que logro ver continuidad en ese grupo de pistas posteriores a ' Slow One ', la pista con la que se dieron a conocer y que me acompañó a lo largo de 2015. Los siete australianos tenían su visión clara desde un principio.